sábado, 20 de julio de 2013

LUDWIG WITTGENSTEIN: UN BREVE ACERCAMIENTO A SU EPISTEMOLOGÍA (PARTE 1)

Ludwig Josef Johann Wittgenstein (Viena, 1889 — Cambridge, 1951), conocido como Ludwig Wittgenstein resulta, posiblemente, el filósofo más destacado del siglo pasado. En vida solo publicó su célebre Tractatus logico-philosophicus, libro de inconmensurable influencia. Para poder entender el pensamiento de Wittgenstein es necesario partir de la filosofía analítica, cuyos máximos representantes fueron  Frege, G.E. Moore y el genial Bertrand Russell. Esta filosofía tenía una idea como espina dorsal: Los problemas filosóficos son problemas lingüisticos, problemas cuya solución exige reconsiderar nuestro lenguaje, y volver a construirlo de una manera u otra, o como mínimo, hacernos una idea cuando menos primitiva de sus mecanismos y su uso en la sociedad.

La obra ya mencionada del genio austriaco, constituyó la filosofía del atomismo lógico, alejandose de lo que su mentor Russell pretendía: construir un lenguaje perfecto. El Tractatus contiene la teoría figurativa del sentido o significado, que dicta que una proposición es una figura (Bild en Alemán) que representa un "trozo" o parcela de la realidad. El significado de la proposición reside en su capacidad para describir con absoluta veracidad un posible estado de cosas. Así en el Tractatus dice "4.023 La proposición es la descripción de un estado de cosas". Pero para que una proposición sea figura de la realidad, debe cumplir dos condiciones indispensables: Estar articulada lógicamente, y que comparta con los hechos que describe una misma estructura que denomina forma pictórica o lógica. Por otro lado, existen dos correlaciones diferentes en los elementos de una proposición: una entre los elementos de esta con los de la realidad, y la de las relaciones entre los elementos de la proposición con los relaciones entre las cosas de lo que se está representando. Complejo, cierto, pero no deja espacio a la duda. La filosofía de Wittgenstein no tiene agujeros, o yo al menos no se los encuentro. Seguimos.


Para Wittgenstein el lenguaje es la totalidad de las proposiciones. Las combinaciones de objetos forman los estados de cosas. A los signos les corresponden los objetos y a las combinaciones de signos los estados de cosas. La suma de todos los estados de cosas es el mundo (die Welt). Dice "1. El mundo es todo lo que es el caso" y "1.1. El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas". Nótese que los números de cada una de las proposiciones responden a lo siguiente: los números decimales representan el peso lógico de las proposiciones, el énfasis que Wittgenstein les concede en su brillante exposición. Así las proposiciones con decimales son observaciones de las 7 proposiciones principales, que las subordinan. Pero seguimos. El espacio lógico es el espacio de todos los mundos posibles. Así, el mundo está determinado por los estados de cosas, y por la inexistencia de los restantes estados de cosas. Si otros hubiesen sido los estados de cosas que acaecieran, otro hubiera sido el mundo. Así, todas las alternativas posibles al mundo existente configuran los mundos posibles. Así el espacio lógico son todos los mundos posibles, sin excluir obviamente, al mundo real. Así "1.13. Los hechos, en el espacio lógico, son el mundo". De este modo, fuera del espacio lógico no hay nada que el lenguaje pueda representar. Wittgenstein dirá su famosa frase: "5.6. Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo", ya que para él el lenguaje y el mundo no se pueden separar. Así, y volviendo en cierta manera a los orígenes de la filosofía analítica, la fuente de los errores metafísicos reside en vernos a nosotros mismos fuera de nuestro mundo y por tanto de nuestro lenguaje. Tampoco podemos decir ni conocer por tanto las estructuras que rigen nuestro lenguaje, por que para hacerlo tendríamos que salirnos de la lógica que lo subyace y no puede hacerse, pues salirse de lo lógica conlleva pensar lo ilógico, y esto no puede hacerse. Salirse de la lógica es salirse del lenguaje, y como en cierto modo lenguaje=mundo, no podemos salirnos del mundo. Así el método para distinguir las proposiciones con sentido Wittgenstein apunta: “6.53. El verdadero método de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada, sino aquello que se puede decir; es decir, las proposiciones de la ciencia natural –algo, pues, que no tiene nada que ver con la filosofía-; y siempre que alguien quisiera decir algo de carácter metafísico, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos en sus proposiciones. Este método dejaría descontentos a los demás – pues no tendrían el sentimiento de que estábamos enseñándoles filosofía-, pero sería el único estrictamente correcto.”

Así, la filosofía no es el conjunto de proposiciones verdaderas, sino una manera de esclarecer lógicamente el pensamiento, es decir, un análisis lógico del lenguaje. Así, las proposiciones éticas son imposibles, ya que estas proposiciones no describen ningún hecho del mundo. De esto último ya se percató Hume, diciendo que no se puede derivar del "ser" el "deber ser", algo que Moore llamaría más tarde la "falacia naturalista".  Así, una máxima moral pretende salirse del mundo, y juzgarlo desde fuera, pero esto ya hemos dicho, no es correcto ni racional. El genio austriaco dice "6.422. Cuando se asienta una ley ética de la forma <tu debes...> el primer pensamiento es: ¿y qué, si no lo hago?". Así la odisea del filósofo es "6.521 la solución al problema de la vida está en la desaparición del problema". Superado esto toca lo siguiente: “6.54. Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo; que quien me comprende acaba por reconocer que carecen de sentido, siempre que el que comprenda haya salido a través de ellas fuera de ellas. (Debe., pues, por así decirlo, tirar la escalera después de haber subido.) Debe superar estas proposiciones; entonces tiene la justa visión del mundo.”

“7. De lo que no se puede hablar, mejor es callarse.”

Genial, definitivo, e incontestable Wittgenstein.

J.M.C.

sábado, 6 de julio de 2013

ÉTICA Y MORAL EN LA SOCIEDAD

Empezar diciendo que el título lo he puesto por poner, por que poner un nombre a un artículo corto, de objetivo no muy bien definido, y que pretende tratar en cierto modo el tema de la moral, es complejo. Y es que a parte de complejo, es divertido; por lo que es la ética, la moral, los valores, o toda esa clase de concepciones. ¿Qué son? Son la nada. ¿Por qué? Porque no existen en sí. Son elucubraciones humanas que han sido creadas a lo largo de los años, para justificar los hechos. ¿Por qué haces esto? En nombre de Dios, cuya moral es irreprochable. ¿Porque haces aquello? Porque es lo moralmente correcto. Y una infinidad más de ejemplos. Y es que la sociedad moderna ha hecho en parte de la ética algo que libra de responsabilidad al hombre por dos sencillas razones: por que el individuo se puede "escudar" en esos valores; y por que al ser la moral algo contínuo, universal y común a los ciudadanos de una misma sociedad (algo muy triste, por cierto), todo el mundo actúa de acuerdo a un sistema ético (claramente influenciado por las religiones) de dudosa validez. Claro, que la validez de un sistema ético, no es tema fácil, pues todo sistema ético debería de poder ser válido en un momento u otro. Y aquí se vuelve al tema del relativismo moral: no podemos establecer un sistema de valores válida, pues cada uno tendrá el suyo, dependiendo de como haya sido el desarrollo de su vida. Ahora mismo, en España, todo el mundo tiene un sistema de valores increíblemente semejante, hasta los que se declaran ateos fundan su moral en aspectos de la religión católica: el perdón, o el simple hecho de castigar a un hombre por "haber hecho algo malo". Pongamos por caso, un hombre que se dedica a la sodomía. La sociedad actual lo castiga. ¿Y porqué? ¿No es él al fin y al cabo otro enfermo? ¿O es que el ha elegido mantener relaciones (que podían ser llamadas) estrafalarias mientras que podría hacerlo con otras personas del modo habitual? No, el no ha sido dotado con completo libre albedrío, es un enfermo, y no hay que recluírle, sino tratarle. Pero el Estado parece tener cosas más interesantes en que gastarse el dinero...

La religión ha legitimado al poder, y el poder los valores de la religión.  Y el individuo, que no contiene una estructura moral en sí (pues es imposible imaginar, por ejemplo, que un hombre que ha crecido en una mansión de EEUU vaya a tener los mismos valores que un aborigen australiano) adopta los valores que mas cerca le pillan. Y no puede ser. Hay que pensar por una vez. Y de lo que no se ha percatado la Iglesia Católica, es de que su Libro Sagrado, nos brinda el ejemplo perfecto: Eva. Eva rechaza la autoridad. Eva piensa. Y Eva opta por el placer. Hay que imitar a Eva, y pensar, y redimirse de cualquier moral. Esto, no significa que la moral cristiana no sea buena, sino que no hay que aceptar las cosas tal y como están. Primero tenemos que pensar. Y quizás esta manera de incitar a la gente a hacer algo, a desobedecer, o a pensar al fin y al cabo, puede ser calificada como "panfletaria" por alguno que otro, y no estará lejos, porque  lo es, y no tiene nada de malo. Quizás algún día imprima este artículo en formato de octavillas, y los suelte desde la ventana del coche. ¿Por qué no?

J.M.C.

jueves, 4 de julio de 2013

EN TORNO A LA PROCEDENCIA DE LO QUE LLAMAMOS "EL BIEN" Y "EL MAL"

¿Es lo que llamamos "el bien" algo objetivo?¿Es una acción (denominada) "mala" de manera universal? Este debate ha traído a los filósofos de cabeza durante siglos. Algunos como Sócrates o Platón negaron el relativismo moral: ¡una acción es buena aquí, y en la China! (palabras textuales de Sócrates, por cierto). Otros, como los cristianos u otros monoteístas, afirmarán que el bien tiene necesidad de Dios: el concepto de bien o mal es definido por Dios, y es incuestionable. En Tratado de ateología, Michel Onfray postulará lo contrario: él disocia la moral de lo trascendente. Edward O. Wilson en su obra La conquista social de la tierra expondrá que estos conceptos vienen de la selección natural multinivel, en la cual, la selección individual (resultado de la lucha por la vida en miembros del mismo grupo social, generando instintos egoístas) y la de grupo (generada por la lucha entre sociedades que hace que los individuos sean mutuamente altruistas dentro de una sociedad) actúan juntas sobre el mismo individuo. Y podríamos seguir enumerando tesis de diferentes autores. Pero creo que sobre esta base ya se puede charlar del tema. A mi particularmente las teorías de Onfray y Wilson me parecen brillantes; cosa que no quita, que sean incorrectas. 

A pesar de la gran resistencia que algunos fervorosos religiosos (y ciertos cúmulos sociales, como la gente que achaca algunos actos perjudiciales para ellos al relativismo moral: el vandalismo, los robos, etc. Y no es así) ofrecen a aceptar el relativismo moral, es difícil hoy en día creer en lo contrario. Una persona que ha nacido, crecido, vivido y sido educado en un ambiente hostil, o en el umbral más bajo de la pobreza no podrá valorar una acción de la misma manera en que una persona que ha crecido con todas las facilidades del mundo lo hace. Alguno argumentará que entonces una de las dos maneras de valorar la acción será claramente errónea. ¿Y por qué? Una diferente educación obtenida a través de los que nos enseñan y nos rodean nos hará contemplar las acciones de un modo u otro. Ni mejor ni peor. Sólo diferente. Lo que ha ocurrido es que los Estados occidentales (teocráticos todos ellos, aunque no lo parezca), han dado lugar a una sociedad con una moral claramente basada en la estructura moral judeocristiana, que deja de valorar positivamente todo aquello que se sale de los márgenes de su religión. Véase el hecho de que un cristiano se reirá de la costumbre del Burka en otros lugares, mientras que los orientales se reirán de un cristiano por no comer carne en Viernes Santo. Esto por supuesto responde a la interminable lista de acciones estúpidas que se hacen en nombre de Dios (estas son algunas de las más leves. En nombre de Dios se han hecho y se siguen haciendo correr ríos de sangre). Pero sin irnos del tema y volviendo a mi opinión sobre el tema, me parece difícil ahora mismo negar el relativismo moral. El relativismo moral solo es una postura ética con respecto al mundo, de no criticar otros valores, y de aceptar otras estructuras éticas al no sacarlas de su contexto original. Y es que resulta que la manera en que los individuos piensan es igual en la mayoría de casos a la de la sociedad que le rodea (y esto ya lo dijo Marx). Por ejemplo, en una sociedad esclavista como la egipcia, la gente no concebiría el esclavismo como algo denigrante e injusto: la conciencia del individuo ha sido influenciada por la conciencia social (diría Marx). Y es cierto. Otro: raro sería que un hombre nacido en España, de familia española y educado en la tradición española se convirtiese al Budismo. "Con muy pocas excepciones, la religión que un hombre acepta es la de la comunidad en la que vive, por lo que resulta obvio que la influencia del medio es la que lo ha llevado a aceptar dicha religión" dirá el genial Bertrand Russell en su prefacio a la reedición de varios ensayos suyos llevada a cabo por el profesor Paul Edwards.

En todo caso, esto son sólo tesis, y esto, es un espacio para expresar mi opinión. Creo firmemente en el llamado relativismo moral, pues una acción depende de cientos de factores que han influenciado e ella, y he de afirmar que encuentro patética la costumbre que hemos tomado en Occidente de poner etiquetas a todo. "Esto es bueno, y aquello es malo". Y así nos va.

J.M.C.

martes, 2 de julio de 2013

"LA ESPUMA DE LOS DÍAS" DE BORIS VIAN

Para romper con la tradición (corta, la verdad) de este blog, haré una crítica no del todo positiva de una obra. De La espuma de los días, que es una novela extraña, cuando menos, que escribió el misterioso Vian en el año 1947. No diré que la novela me ha encantado. Pero si me ha producto agradables ratos, momentos de fascinación y de sorpresa ante las situaciones tan inverosímiles que el autor nos presenta. Y es que el libro se desarrolla en un fascinante universo en donde el trabajo de los obreros es remunerado de mejor manera que el de los ingerieros para los que trabajan, algo denigrante para estos últimos, o así lo dice el personaje de "Chick", ingeniero de profesión. 

El libro nos presenta una historia de reducidos personajes: Colin y Chick, dos grandes amigos, y "sus chicas", Chloé y Alise. Cuando la historia comienza, Alise y Chick ya se conocen, pero Colin un solitario ricachón que "quiere estar enamorado" (o así lo declara), algo bastante bonito, por cierto. El nombre de Chloé no es accidental, sino que responde a la afición un tanto profesional que Vian tenía por el jazz (tocaba en una banda, algo que siempre le procuró felicidad): "Chloé" es un tema del genio Duke Ellington, citado numerosas veces en la novela. Y es que las referencias a mitos del jazz son contínuas. Canciones de Ellington, la "Calle Louis Armstrong", o la "Calle Sidney Bechet" (clarinetista mítico, y del cuál Woody Allen es un gran admirador; en cierta ocasión declaró que es la única persona que no conoce con quien le gustaría haber cenado). Yo por mi parte puedo imaginarme perfectamente a Vian rondando las calles de París de su Francia natal al son de Si tu vois ma mère, clásico de Bechet, y por otro lado uno de mis temas de jazz favoritos.

El modo en el que trata el tiempo o algunos pasajes lentos, hacen que esta novela no me acabe de encandilar. Pero sí me ha gustado, y bastante. No se convertirá por supuesto en una de mis obras predilectas de la literatura francesa del siglo XX, como pueden serlo El extranjero, Por el camino de Swann, El principito, pero si será una lectura que recomiende, de vez en cuando. 

La novela, absolutamente surrealista presenta ciertos elementos que le sacan a uno una sonrisa: el "pianóctel", un piano que prepara cócteles según la melodía que se ha tocado (y tiene en cuenta los fallos llevados a cabo, aunque no si se encuentran dentro de la tonalidad deseada); el filósofo, articulista y conferenciante "Jean Sol Partre", referencia al genial filósofo existencialista (nótese que también es citado Søren Kierkegaard, filósofo que dio pie a la corriente a la que Sartre, o Partre, pertenecieron); un ratón bigotudo que parece ser imagen de alguno de los personajes; anguilas que salen del lavabo y más tarde son utilizadas por el extrambótico cocinero Nicolás; o la extraña enfermedad de Chloé: un nenúfar en su pulmón.

El simbolismo en esto último, es opcional. Que cada uno entienda lo que quiera, y precisamente ahí reside la belleza de esta obra de arte: en que puede significar mucho para muchos, y poco para otros cuantos. El título de la novela, lo mismo. El tema de la espuma es citado de manera bastante poética en diversos pasajes. Y si les explicase aquí el significado del título (el cual no es del todo claro) o mi interpretación, me estaría ganando lo que vienen siendo "dos hostias" y me estaría convirtiendo en lo que comúnmente se denomina "un capullo". 


J.M.C.

lunes, 1 de julio de 2013

"IN THE COURT OF THE CRIMSON KING" UNA OBRA DE ARTE OLVIDADA

El álbum "In the court of the Crimson King", ópera prima del conjunto inglés King Crimson, del año 1969 ha caído en el olvido para mucha gente. Ya sólo se escuchan obras del rock progresivo como Close to the edge de Yes (álbum que debería ser aún más celebrado), Aqualung de Jethro Tull o el inolvidable The Dark Side of the Moon de Pink Floyd. Pero King Crimson ya no se escucha. En 1969 se publicó este, el primer álbum completo de rock progresivo, que daría pie a cientos de álbumes de gran calidad. A pesar de que se habían realizado ya temas claramente progresivos, como A quick one while he's away de The Who, o algunas canciones del mítico Revolver de los Beatles, este álbum de King Crimson consiguió romper con todo. El magnífico diseño de la portada, que nos adelanta el carácter estrambótico, vanguardista, terrorífico y poético de las canciones, corrió a cargo de Barry Godber, que realizó un trabajo impecable. El rostro del exterior nos representa al "twenty-first century schizoid man" del que nos habla el primer tema del álbum: un hombre aterrorizado y demacrado ant e una sociedad futura que no pintaba bien. En el interior, el "rey carmesí", pues así es la traducción del nombre del grupo en español, en posición del "pantocrátor" (o Maiestas Domini) aunque con ciertos matices: el pantocrátor del arte bizantino, símbolo del Creador y Redentor, mantiene la misma posición en la mano derecha, pero sobre la izquierda suele sostener los Evangelios o Sagradas Escrituras (el Libro de la Vid en el caso de los Maiestas Domini). Sn embargo en la representación del álbum, parece que nos ofrece algo a nosotros, o nos invita a pasar, o que nos ofrece el mismo álbum en el que el aparece representado como un Evangelio o algo sagrado. Sin embargo es un rey triste. Miren sus ojos. "¿Me está dando el poder la felicidad?" parece que nos esta diciendo. El arte pictórico de este álbum es cuando menos sugerente y misterioso.

En lo referente a lo musical, nos encontramos ante un álbum brillante a la par que visionario. Basándose en el jazz más clásico nos encontramos con improvisaciones y largos periodos instrumentales de la calidad más alta en canciones como Moonchild. En primer lugar, nos encontramos con la canción 21st century schizoid man, con influencia del hard rock del momento; parece que al principio oímos ciertas máquinas, de vapor o algo así, propias del mundo de Metropolis, la obra de Fritz Lang. Sin previo aviso, la guitarra de Robert Fripp (quien se convertiría en el líder del grupo a partir del siguiente álbum In the wake of Poseidon) irrumpe con una gran distorsión, siguiendo una escala que rememora en cierta manera algún tema del blues. Una voz, la de Greg Lake (quien más tarde se marcharía a Emerson, Lake and Palmer con ganas de seguir en el "mundillo" del rock progresivo, aunque esta banda terminaría siendo más comercial con temas como Lucky man, Jerusalem From the beginning), que nos enumera una serie de imágenes de lo más tétrico, que auguraban un futuro realmente espantoso. Las tres estrofas comparten una misma estructura. El primer verso esta compuesto por dos imágenes, como "death seed blind man's greed" ("semilla de la muerte la avaricia del hombre ciego"), absolutamente inconexas y de caracter surrealista. los segundos versos se componen de una única imagen, como "Neuro-surgeons scream for more" ("los neurocirujano gritan pidiendo más") o "Politicians' funeral pyre" ("pira funeraria de los políticos"). Los terceros versos como "Innocents with napalm fire" ("inocentes violados con fuego de napalm") o "nothing he's got he really needs" ("nada de lo que tiene realmente lo necesita"), están constituidos por una frase con un cierto sentido gramatical. Y todos los cuartos versos rezan: 21st century schizoid man (El hombre esquizoide del siglo veintiuno). Esta canción es, para mi, la más brillante del álbum, por lo rompedor y poético, así como por el aspecto musical. Las dos siguientes canciones, I talk to the wind y Epitaph, están dotadas de ritmo mucho más lento y cadencioso así como de una letra mucho más etérea y que no se refiere necesariamente al futuro. Lo instrumental de la primera está tocado por una serie de instrumentos de viento que consiguen hacer de la armonía de la canción algo realmente melódico. La percusión de la segunda es realmente brillante y está muy cuidada y medida. 

En la cara segunda del álbum los encontramos con la canción Moonchild la canción de carácter más vanguardista del álbum. Esta canción tiene un largo periodo instrumental, como ya se ha comentado, de carácter jazzistico. La parte cantada, comparte grandes similitudes con los dos temas anteriores. La última canción In the court of the Crimson King es posiblemente la canción más aclamada de la banda inglesa (y no de manera injustificada) y cierra el álbum majestuosamente, y nunca mejor dicho. El riff temático de la canción fue interpretado por Ian McDonald con un mellotron. Los últimos sonidos de la canción sin embargo están repletos de terror y miedo hacia ¿un futuro incierto? (¡válgame la redundancia!).


J.M.C.